¿Tus hijos pelean y se enojan a menudo? ¿en ocasiones no sabes cómo actuar frente a ello? Si tu respuesta es un “sí”, no te preocupes, pues suele ser muy común. Sin embargo, no nos podemos quedar de brazos cruzados.

Lo primero que debemos tener presente es que los padres tenemos un papel esencial en el desarrollo de una buena comunicación entre nuestros hijos y que podemos contribuir a que ésta sea lo más armoniosa posible. Sin pensar, claro está, en que no se presentarán dificultades, sino en que se podrán manejar de la manera más sana y empática posible.

Una buena relación entre nuestros hijos es fundamental para que comprendan la importancia de la generosidad, el respeto, la comprensión o la empatía, de manera que logren tener vínculos afectivos de calidad con otras personas, familiares o no.

Muchas veces se torna complicado, pero hay acciones con las que podemos favorecer la búsqueda de una comunicación asertiva:

Nos los compares. Esto no suele ser positivo entre hermanos, pues fomenta la competitividad y una relación basada en “quién es el mejor”.  Lo principal es reconocer las habilidades de cada uno, que serán diferentes, pero igual de importantes. Ten cuidado con los comentarios que hagas de uno de tus hijos en relación a los demás, puesto que, aunque parezcan inocentes, les pueden ofender o doler aunque no te des cuenta. 

Fomenta la colaboración. La colaboración y el trabajo en equipo son importantes para que tengan objetivos comunes, para que se sientan útiles, valorados y queridos.

Dedícales el mismo tiempo. Aunque uno de nuestros hijos sea más pequeño o presente una condición que demande más cuidado, es importante que tratemos en lo posible de prestarles la misma atención, pues te necesitan por igual.

Fomenta la escucha activa. Como en muchas otras cosas, en la escucha, nosotros como padres, somos el modelo de nuestros hijos. Si los interrumpimos, o no los escuchamos con toda la disposición, si no les respetamos su opinión, será eso lo que aprenderán. Déjalos que se expresen, interésate por lo que dicen y hazles preguntas para que se den cuenta de que te preocupa lo que piensan y sienten.

Acepta sus enfados. Todos nos enfadamos en alguna ocasión con las personas que nos rodean. No reprimas los enfados, simplemente ayúdales a que entiendan por qué se enfadan y a gestionar de forma positiva sus emociones. Fomenta el diálogo entre ellos, entiendan lo que piensan los unos de los otros y se reconcilien. 

Promueve el juego en familia. Los padres debemos compartir tiempo con nuestros hijos, donde podamos disfrutar jugando en familia.  Una pelota o unas cartas pueden bastar para pasar un buen rato y fortalecer la comunicación y los lazos afectivos.

Planifica momentos en torno a la mesa. Aunque cada miembro de la familia tendrá sus horarios y sus actividades, encontrar un momento al día en torno a la mesa (desayuno, comida o cena) para compartir las experiencias del día, hablar y comunicarse, puede ser muy positivo para crear una buena relación entre hermanos.

Además de lo anterior, no debemos olvidar que son niños o adolescentes, y que necesitan mucho amor y paciencia. Esta última, fundamental para lograr esa comunicación anhelada.

Lauriz Truyol – Docente Lyndon B. Johnson School

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