Es importante aprender abordar la conducta de los niños de una manera más respetuosa y afectiva usándolo como método para un desarrollo más sano, un mejor manejo de habilidades y seguridad, alejados del maltrato físico y psicológico.

Durante la crianza sabemos que se presentan situaciones realmente difíciles, empecemos a preguntarnos el verdadero propósito de la disciplina, Cuando tu hijo se porta mal, ¿qué quieres conseguir?

Cuando estamos enfadados, puedes llegar a sentir que quieres castigar o maltratar a tu hijo. La impaciencia,  La irritación, la frustración pueden hacer que te sientas así. Es comprensible y habitual. Sin embargo, debes preguntarte si tu objetivo solo se basa conseguir la cooperación inmediata por temor o enseñarles el por qué no debe hacerlo. 

Conectar con los niños durante la imposición de disciplina es lo realmente importarte, amar a nuestros hijos y darles lo que necesitan significa, en parte, proponerles límites claros y coherentes.

¿Qué necesita una persona para aprender de otra?

Tus hijos necesitan confiar, sentirse seguros y capaces, partiendo de estos dos puntos es importante entender que como padre lo más conveniente es convertirte en una persona de la que ellos quieran aprender.

Los limites deben ser explicados, informales por qué son importantes, usa siempre un lenguaje positivo, es decir evitar acusaciones, desde la amabilidad y la firmeza, mostrarse amables suele ser un poco más fácil, pero la firmeza de mantener los  limites no tanto, sin embargo Los límites tienen una razón y debemos hacerla evidente, los niños que entienden las razones están más preparados para no sobre pasar estos límites.

Cuando los niños comienzan a descontrolarse, no son capaces de calmarse enseguida. Esto significa que en acaso necesitemos intervenir y ayudarles a tomar buenas decisiones. El primer paso es acompañar niño tanto con palabras como muestra afectivas así  entenderá que eres consciente de su descontento. Solo con esta conexión estará preparado para que lo redirijas hacia la calma y la comprensión.

 

Los niños tienen derecho a enfadarse y como guía validas la emoción, la permites, la acompañas, informar y mantienes el límite, de esta forma se sentirán seguros, lo cual les provoca un sentimiento de bienestar y disposición y progresivamente  entiende el sentidos de las cosas y se aceptan mucho mejor.

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